domingo, 25 de mayo de 2008

The Night Of The Silent Truth

Escribir una crónica sobre esa noche, tan diferente, es transmutar una fantasía convertida en realidad y hacer de ella un eco infinito de soberanía y libertad.




Lo sucedido fue tan accidental como mi propia asistencia a ese escondite bajo las estrellas, tan nuestro, tan de nadie. Sospecho que nadie esperaba tanta perfección, tanto entendimiento, tantas palabras silenciosas gritando proclamas tácitas.




Nuestras almas flotaron en un espacio detenido en un plano sin tiempos, sin normas ni promesas. Fuimos niños, contra su voluntad de volvernos adultos. Fuimos grandes, aunque se empeñaran en volvernos pequeños.




Bocanadas profundas, pequeños sorbos de absurdos embotellados, ilusiones hechas pedazos de bakelita puntilleada que nos ordenaron divertirnos sin arrepentimientos. El destino marcado por los imposibles convertidos en certezas.




Sanamos heridas con nuestra simple existencia pasiva, divagamos sobre asuntos vacíos y los rebozamos de sentido. Una liberación consciente de deseos diversos y muy reprimidos, que sólo con el tacto y el roce constante se convirtieron en pasiones de una sola noche.




Importantes descubrimientos y alianzas sólidas se crearon entre intensos beets y latidos acelerados. Un contacto nuevo y puro, silencioso e inocente de unos espíritus angustiados por el amor y la fogosidad.




La oscuridad hecha caprichoso cliché, el reposo transformado en una cadena de carne y huesos que callados hablaron sin cesar. No hablemos de nada y hagamos todo...




Poesía con tempo y voces lejanas que capturadas por el viento nos acompañaron, dándole sentido a nuestros rezos. Un frío contagioso y acogedor, una sospecha confirmada y un debut embriagado.




Las órdenes de La Reina Más Odiada maldicen la belleza de una vida sin culpas, engendrando ira y deseos de venganza, venganza que será cobrada cuando a ella solo le acompañe su doloroso arrepentimiento. La liberación del Príncipe Hecho Plebeyo es una promesa... Nuestras armas son nuestros deseos guardados al final del arcoíris.




Un triunfo alcanzado en una noche, la noche de la libertad.




Y así, todos fuimos felizmente conscientes de nuestra infelicidad, enamorados, eso sí, de nuestras grandes verdades y de nuestras hermosas existencias.




Y así, comenzó un nuevo día...

PER ARDUA AD ASTRA IN OMNIA PARATUS!





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es verdaderamente impresionate que solo leyendo tu blog vuleva a esa noche y me sienta otra vez libre, llena, feliz... sin tener que hacer o deberle nada a nadie solamente a mi.

Gracias. :)

Anónimo dijo...

Me encanta como escribis, los terminos que usas, y cada detalle es perfecto, no se puede quitar ni sacar nada, y la descripcion del hombre de acuario esta muy buena! Saludos...